Portugal impulsa una red de museos en la frontera española
Pretende estimular el turismo por las antiguas rutas de contrabando y reactivar la economía rural
Para ello, han recopilado en los últimos años numerosos testimonios de contrabandistas, personas que filtraban productos a través de la frontera, durante la Guerra Civil y la posguerra. También han recogido documentación de los archivos de la Guardia Civil y de los expedientes judiciales. La información se volcará, según el proyecto, en un museo interactivo, que servirá de modelo para una una red de centros en la frontera entre los dos países, en los pueblos «contrabandistas». “Estando el contrabando presente en la memoria, las posibilidades de patrimonialización y museificación se multiplican, no sólo para salvaguardar este patrimonio inmaterial, sino para su uso turístico”, expone el estudio. Lo que será una gran “contribución” al “turismo de naturaleza, el senderismo, la colaboración transfronteriza y la economía en zonas rurales”, concluye el texto.
La historia
La propuesta está vinculada al turismo experiencia y, por lo tanto, está ligada a una historia y a la huella que perdura de ella en la memoria. En este caso, se trata del tráfico de mercancías que, de manera ilegal, se produjo entre los dos países en diferentes épocas. La mayor intensidad en el tráfico de productos se produjo, principalmente, durante la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial.
Primero fue el contrabando de semillas y harina para los maquis. Después fueron productos como el wolframio, o el café y el bacalao, los que cruzaban la ‘raya’ ayudados por auténticas redes locales de personas. En épocas de pobreza, fue un elemento fundamental para la economía de las familias.