Cuatro escritores en su soledad

Laura Ferrero, Pola Oloixarac, Rafel Nadal y José Ignacio Carnero debaten sobre la soledad como inspiración en la tertulia literaria de Tendenciashoy por Sant Jordi

Los participantes en la bodega Jean Leon. Foto: JP Chuet-Missé.

Organizar cualquier acto en medio de la pandemia es un pequeño milagro. En esta primavera de 2021 atisbamos pequeños retornos al ayer, y por eso mismo, cualquier encuentro con público es casi un regalo de los dioses, una epifanía después de tantos golpes y parones.  

Así lo ha entendido Tendenciashoy que aprovechó la semana de Sant Jordi para reunir en el Penedès, en la Bodega Jean Leon situada en Torrelavit, a cuatro escritores que tenían novedad en las librerías. Los invitados fueron José Ignacio Carnero, Laura Ferrero, Pola Oloixarac y Rafel Nadal. El tema era una temática ardua por ser víctima de un gran tópico: la soledad del escritor.   

Así fue la tertulia literaria de Tendenciashoy.

Cuatro autores, cuatro soledades 

Antes de ir al grano quizá convenga situar a todos los implicados. José Ignacio Carnero era el más joven del cuarteto y, sin duda, una de las mayores promesas de la literatura nacional, algo forjado mediante dos novelas tan especiales como Ama (Caballo de Troya, 2019) y Hombres que caminan solos, su verdadero salto de gigante al publicarse en Literatura Random House.  

Ambas sirven para expresar una prosa del yo alejada de la de sus antecesores desde una visión muy consciente de lo impostor de cualquier texto, sus omisiones y las dificultades inherentes a hablar de uno mismo, en este caso solventadas con holgura y sepultadas por la brillantez del escritor y sus rudimentos.

Laura Ferrero (Barcelona, 1984) es otro tipo de rara avis. Sus cuentos, de Piscinas Vacías La gente no existe, evocan cotidianidades en su más rotunda normalidad, asunto dificilísimo de plasmar y que ella consigue en todos los géneros narrativos, demostrándolo en su novela Qué vas a hacer el resto de tu vida, editada como toda su obra en Alfaguara.  

Jordi Corominas, Laura Ferrero y Rafel Nadal. Foto: JP Chuet-Missé.

Rafel Nadal (Girona, 1954) tiene en su producción literaria el bagaje de toda una experiencia en el periodismo, y a lo largo del debate él mismo confesó los beneficios de haber empezado tarde en las estanterías librescas. Esto, tras décadas dedicado a la prensa, le propulsó hacia una hiperactividad en pos de soltar todo lo acumulado en el cerebro. La senda aún no se ha extinguido. Mar d’estiu, oda a su Mediterráneo, el de todos, es su última novedad, publicada en catalán y castellano (L’Univers/Cátedra).  

Pola Oloixarac (Buenos Aires, 1977), que se vio obligada a seguir la charla por vídeo conferencia al encontrarse confinada, ha sido siempre la revolución, al menos desde 2009, cuando dio un puñetazo en la mesa de las letras con Las teorías Salvajes, a la que siguieron Las constelaciones oscuras y Mona, prueba de irreverencia y, sobre todo, de una voluntad clara de carecer de cortapisas para mostrar su visión de la realidad, crítica con lo establecido e irónica al abordar sus universos más cercanos.  

José Ignacio Carnero hablando sobre su libro. Foto: JP Chuet-Missé.

Maridaje literario 

Pola, como el resto de los participantes, fue maridada durante el evento con un vino de Jean Leon. El suyo era rojo, intenso, de sabor duradero. Encantada con la comparación, quiso agradecer a los asistentes su entusiasmo con unas palabras en catalán. Ella, instalada en Barcelona dos semanas antes de ese fatídico marzo de 2020, ella, comunicándose con nosotros desde una pantalla sin perder ni una pizca de su energía, concentrada en esta ocasión alrededor de la idea de una refundación de la soledad durante este último año.

Pola Oloixarac se conectó virtualmente. Foto: JP Chuet-Misse.

Todos estuvieron de acuerdo en echar de menos la posibilidad de cazar charlas al vuelo o platicar con amigos entre copas para conocer sus historias, guiándonos estas a las escritas, donde Rafel Nadal convino conmigo lo esencial del camino, pues al fin y al cabo el principio y el final son meras conexiones para enmarcar un relato, y aquí la soledad sólo interviene desde las peripecias del proceso creador, sesgado a lo largo de estos meses por el virus, demasiado omnipresente en esta crónica mimetizada con este turbio presente.

Laura Ferrero y Rafel Nadal eran islas por temáticas de sus libros, mientras Pola Oloixarac y José Ignacio Carnero eran formas de soledad entre los manuscritos, la primera por los pensamientos de Mona, protagonista de la homónima novela, durante un festival literario, el segundo entregado a dibujar encuentros de hombres aislados desde múltiples vertientes configuradas por la existencia, uniéndose de este modo un mundo al borde de la desaparición y otro en ciernes, repletos de esos fantasmas gramscianos entre lo nuevo y lo viejo.

Formas de soledad 

Como en todo diálogo merecedor de tal nombre viró hacia latitudes impensables en su debut. Los viajes de Nadal nos llevaron a concluir la imposibilidad de terminarlos jamás por el influjo de lo escrito, otro itinerario estático movido por los recuerdos de aventuras pasadas.

Las obras se maridaron con vinos de Jean Leon. Foto: JP Chuet-Missé.

Carnero ahondó en los matices de su arte y en su poco apego, toda una suerte dado el panorama, a cualquier tipo de etiqueta.

Por su parte Ferrero, con los demás ansiosos por ofrecer su opinión, aportó sus pensamientos alrededor de ese engaño consistente en considerar cualquier texto como un espejo de la vida de su autor, confusión hilvanada en nuestro siglo por esa perversa mezcla entre marketing editorial y niveles de lectura, pues esta no deja de ser una puerta a otras biografías ajenas, y esto suele conllevar el vuelo de la imaginación hacia territorios no tan exactos como pudieran sugerir las palabras.  

Pola desapareció de repente de la pantalla. Quedaba poco para poner el punto final a tantas impresiones. Concluyó con un sonoro aplauso y luego las firmas brindaron el magnífico colofón a un acto donde este póker de escritores, cada uno en un instante distinto de su trayectoria, tejieron rutas hacia el futuro desde un hoy feliz por recobrar poco a poco las migajas de cotidianidad secuestradas de sopetón esa semana para olvidar. Por eso mismo recuperarlas es un trago sin parangón.

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